Descripción

Sigues adelante, como has hecho siempre. Cumples, sostienes proyectos, decisiones, responsabilidades… y aun así, hay algo que empieza a incomodarte por dentro. No es un ruido externo, es una petición que silenciosa resuena en tu mente. Una necesidad de pausar, para no seguir cargando más.

No es cansancio físico, es otra cosa, la sensación de haber soportado mucho peso durante demasiado tiempo, de haber existido desde la exigencia. De haberte ido alejando, casi sin darte cuenta, de tu centro. Empiezas a comprender que no todo se resuelve haciendo más, que hay momentos en los que la claridad no llega por acumulación, sino por observación.

En este instante más oscuro del año, empiezas a comprender que lo natural no es seguir andando, sino entrar en tu cueva, mirarte de verdad desde dentro. Justo ahí, cuando la noche alcanza su punto máximo, ocurre algo esencial; la luz regresa. No lo hace como un destello, regresa como una decisión consciente, silenciosa e íntima que da sentido a este silencio que comienzas a honrar.

Así recuerdas que el Solsticio no es una fecha más, es una pausa consciente, un umbral.

Ese espacio que existe para observar con honestidad desde dónde estás viviendo hoy, para reconocer qué pesa, qué confunde y qué ya no tiene sentido seguir sosteniendo. Una llamada a dejar de apostar por la fortuna y empezar a confiar en algo más certero, tus propias virtudes.

Te preguntas si estas palabras que te invitan a tu propio encuentro nacen para eso, si te están leyendo la mente como por arte de magia o si se han cruzado hoy en tu camino para disipar sombras, quitar peso, recuperar foco, ordenar la mirada y volver a lo esencial. “¿Estoy durmiendo?”, piensas, pero nada de eso, esa niebla que sientes es el inicio de un despertar, lo que precede a la visión clara y con dirección.

Mientras lees, empiezas a sentirlo, estás reconociendo tu momento, y te imaginas llegando al evento respirando distinto, escuchando sin prisas, permitiéndote comprender que la autorrealización no es una meta lejana a alcanzar, sino una forma de vivir y de crear desde el ahora.

El tiempo se concreta, la fecha aparece, el espacio se dibuja como un lugar cuidado, pensado para sostener la profundidad del trabajo y el encuentro real entre personas creadoras, una nueva era de emprendedores del mañana, los Leonardo Da Vinci de su sector. Sabes que no es un evento masivo, no podría serlo, por eso las plazas son limitadas, sólo cien personas formarán parte de este Solsticio. Cien decisiones conscientes, cien sueños nacientes.

Sigues leyendo y surge una pregunta natural, casi inevitable; “¿quién sostiene este espacio?”. Entonces lo ves claro, lees quién lo guía: David Lopera, artista plástico, mentor de creadores y fundador de EL CREAVERSO ®. Acompaña a personas creadoras, emprendedoras y artistas que no quieren vivir por inercia, sino crear con coherencia, desde sus virtudes, su potencial y su ser auténtico. No habla desde la teoría, lo hace desde el proceso, desde más de doce años acompañando a otras personas a atravesar sombras, reconocer dones y construir proyectos alineados con quienes realmente son. No como una fórmula mágica, sí como un camino con propósito.

Y algo se ordena dentro de ti, no porque busques un referente externo, sino porque reconoces a alguien que también ha tenido que encender su propia luz en medio de la noche varias veces. Todo empieza a encajar, comprendes que el Solsticio, más que un final, es un nuevo punto de partida.

Nada es forzado, no hay promesas, los creadores honran su propio ritmo. Vuelves al presente y entiendes que no es casualidad haber llegado hasta aquí, que el Solsticio acontece cíclicamente, como un portal que se abre para quien está dispuesto a cruzarlo.

Y entonces haces un acto de coherencia, reservas tu lugar como compromiso contigo, “¡basta ya de no dedicarme tiempo!” Porque incluso en la noche más larga, la llama siempre encuentra la forma de arder.

Llega el Solsticio.

Y esta vez, decides expandir tu propia luz.